AUTORA: Carmen L. Rodríguez Velasco
La lectura es un aprendizaje que adquirimos desde temprana edad. En este sentido, entendemos el saber leer como la capacidad de decodificar un discurso escrito. Pero, ¿basta con este aprendizaje para poder leer textos académicos?
Tal como señala Mar Mateos (2009), el dominio de la mecánica lectora (reconocer las palabras escritas), es un medio. El fin u objetivo de la lectura es comprender: poder interpretar los contenidos que se transmiten a través de los textos.
Esto se hace especialmente relevante para la lectura de textos académicos, puesto que las exigencias asociadas a su lectura, suponen que despleguemos estrategias de comprensión lectora que van más allá de una mera reproducción acerca de los que dice el texto, en palabras del autor.
“Poder reconocer y reproducir las palabras de un texto no equivale a comprenderlo. La comprensión requiere interpretar o atribuir significado a la información que proporciona el texto, pero ese significado no está dado en el texto y por tanto, no puede ser extraído directamente de él. Es el lector quien debe construir el significado en la interacción o diálogo diferido con el autor del texto” (M. Mateos, 2009).
En actividades como el diseño de un proyecto de investigación, la elaboración de un artículo científico, o de un marco teórico, necesitamos consultar fuentes diversas que traten los temas claves de nuestra investigación o artículo, y ser capaces, mediante esas lecturas, de distinguir diversas posiciones, valorarlas, y poder construir nuevas comprensiones que integren varias perspectivas. He ahí el carácter novedoso de una propuesta, aspecto fundamental para hablar de conocimiento científico: la creación de un nuevo saber.
En el presente material, comenzaremos por describir un marco general acerca de los niveles de comprensión de un texto. Ello con la finalidad de distinguir los matices existentes entre una lectura orientada a la reproducción de un texto, y aquella que se dirige a la comprensión, partiendo de que no se trata de cuestión de todo o nada.
En un segundo apartado, ofreceremos algunas recomendaciones para una lectura comprensiva, encaminadas a un/a lector/a en formación.
Pensábamos que aprendíamos a leer al cursar estudios primarios, pero la experiencia nos demuestra que ese es solo el comienzo del camino. Adentrarnos en un campo de conocimiento disciplinar, demanda una serie de competencias para la lectura de textos académicos, que no las aprendemos de pequeños, y muchas veces tampoco se intenciona su formación en los contextos universitarios.
1. Reproducir / comprender un texto: más allá del todo o nada
Hemos comentado la diferencia existente entre la mera reproducción y la una comprensión lectora de carácter profundo. Pero entre uno y otro nivel, existen diversas maneras de leer un texto académico.
A continuación se presenta una tabla resumen, que presenta diferentes niveles en la comprensión de textos escritos, basada en la propuesta de Mar Mateos (2009):
El cuadro anterior nos permite apreciar diferentes niveles de lectura, que cuestionan una postura dicotómica del todo o nada. Incluso, no se trata de que un nivel sea más acertado o pertinente que el otro, per se. La utilidad de la puesta en práctica de uno u otro, dependerá de la naturaleza de la tarea que queramos desarrollar mediante la lectura. Así, ante exigencias o tareas que suponen reproducir los contenidos de un manual, o clasificación ya estandarizada, una lectura local puede ser acertada.
Tampoco hemos de pensar que estos niveles son mutuamente excluyentes. En muchos casos, combinamos estrategias de uno y otro en la lectura de un texto. Sí es cierto que las competencias que hemos de poner en práctica para realizar una lectura crítica suponen un esfuerzo y una formación o entrenamiento previo, a diferencia de aquellas que necesitamos para una lectura local.
En muchas tareas que nos orientan en la enseñanza primaria (e incluso secundaria) podemos salir airosos, o incluso tener éxito, aplicando solamente estrategias de comprensión lectora de nivel local, o global.
Ahora bien, la comprensión de textos académicos, exigencias propias de estudios de grado y postgrado, suponen estrategias de lectura que involucran los niveles elaborativo y crítico.
Ello destaca la importancia de ser conscientes de las diferentes maneras en que podemos realizar la comprensión de un texto escrito, y las estrategias específicas que hemos de poner en práctica para lograr uno u otro tipo de lectura.
2. Consejos útiles para la lectura de textos académicos
A continuación se ofrecen algunas pautas a manera de consejos, que buscan ser de utilidad para la lectura de textos académicos:
- Actualizar el conocimiento previo acerca del tema del texto. Preguntarme: ¿qué conozco sobre el tema central del texto que leeré?, es una estrategia esencial para una lectura crítica.
- Realizar una lectura flotante. Se trata de una lectura de inicio a fin que nos permita ubicarnos en el texto como totalidad o globalmente.
- Ubicar el texto específico en un contexto más amplio Si leemos un epígrafe de un libro, se recomienda revisar al menos el índice, para identificar temáticas asociadas, o categorías afines. Es muy probable que sean necesarias para comprender el texto que específicamente queremos leer. En ocasiones ello nos remite a apartados previos y amplía el material a revisar.
- Indagar sobre el autor del trabajo que leemos. Conocer su trayectoria académica, enfoques teóricos, metodológicos, cuerpo categorial que suele emplear1.
- Identificar la postura del autor del texto.
- Ponderar la postura del autor según las razones que brinda para sostenerla.
- Reconocer las posturas y argumentos de los otros autores citados.
- Identificar la polémica establecida entre unas posiciones y otras.
- Poner en relación con otros textos leídos previamente el conjunto de perspectivas mencionadas.
- Inferir implicaciones de lo leído sobre otros contextos, más allá del contexto en el se ubica el texto, por ejemplo, sobre la práctica profesional del mismo lector, etc.
- Tomar nota de lo leído. Supone registrar más que las citas que nos parezcan relevantes o esclarecedoras respecto al tema que leemos. Tomar notas es también elaborar ideas propias a propósito de lo leído: comentarios, qué nos hacen pensar estas citas, qué comprendemos y qué no, en qué temas tendría que profundizar, etc.
1. Todo antecedente puede ser orientativo para comprender mejor desde dónde se habla en los textos que leemos, que en muchas ocasiones dan por explícitos o conocidos aspectos que implícitamente son claves para seguir el hilo argumental de las declaraciones, tesis o hipótesis que trabaja. |
Referencias bibliográficas
[1] Carlino, P. “Leer textos científicos y académicos en la educación superior: obstáculos y bienvenidas a una cultura nueva”. En: http://estatico.buenosaires.gov.ar/areas/educacion/bibleduc/pdf/paula_carlino.pdf
[2] Hernández Sampieri, R., Fernández Collado, C. y Baptista, P. (2003). Metodología de la investigación. México: McGraw-Hill.
[3] Mateos, M. (2009). Aprender a leer textos académicos. Más allá de la lectura reproductiva. En: Juan Ignacio Pozo Municio, María Puy Pérez Echeverría (coords.). Psicología del aprendizaje universitario: la formación en competencias. ISBN 978-84-7112-598-9, pp.106-119.